El sector de la construcción en Cataluña ha experimentado importantes impactos en las últimas décadas, afectando su contribución a la economía y a la calidad de vida de la ciudadanía. Esta situación se ve agravada por la falta de inversión pública, que es crucial para el desarrollo sostenible y el bienestar general.
¿De dónde venimos?
El sector sufrió un fuerte impacto durante la crisis financiera de 2008, que provocó una reducción del mercado de la obra pública en un 89%, la pérdida de 250.000 puestos de trabajo, la desaparición de más de 43.000 empresas y una década de licitación pública en mínimos históricos.
La pandemia de 2020 agravó la situación, con una caída del sector del 18,5%, la mayor entre los principales sectores de la economía catalana. Los años posteriores han estado marcados por una recuperación lenta, afectada por factores externos como la crisis logística y el conflicto entre Rusia y Ucrania, que provocaron incrementos extraordinarios en los precios de los materiales de construcción y de la energía.
¿Dónde estamos?
En 2023, el sector experimentó un crecimiento del 1,8% respecto al año anterior, una cifra positiva pero inferior al crecimiento del PIB catalán del 2,6%. Esta recuperación modesta no ha sido suficiente para alcanzar los volúmenes de producción anteriores a la pandemia, lo que ha provocado una reducción continuada del peso del sector en la economía catalana. En 2008, la construcción representaba el 11,3% de la economía, mientras que, en 2023, esta cifra se ha reducido al 4,7%.
Además, la licitación pública disminuyó un 16% anual, alejándose del objetivo de inversión equivalente al 2,2% del PIB, considerado adecuado según estándares europeos. Este déficit de inversión ha generado una acumulación de necesidades de infraestructuras en Cataluña, valorada en aproximadamente 42.500 millones de euros, afectando la competitividad económica y la calidad de vida de los ciudadanos, quienes son los principales usuarios de la red de transportes y de los equipamientos.
Perspectivas futuras
De cara a 2024 y 2025, se espera que el sector crezca en torno al 1,5% y al 2%, cifras que se sitúan por debajo de las previsiones de crecimiento del PIB catalán, que superará el 2%.
Por lo tanto, estas perspectivas indican un sector en retroceso dentro de la estructura productiva del país, destacando la necesidad urgente de una mayor inversión para revitalizar este pilar esencial de la economía catalana. La falta de inversión no solo frena el crecimiento del sector, que tiene una gran capacidad para impulsar otros sectores de manera directa, indirecta e inducida gracias a la gran cantidad de agentes que participan en él. También impide la adecuada renovación, expansión y ejecución de las infraestructuras necesarias para garantizar el bienestar de la ciudadanía y la competitividad económica del país.